Durante el periodo colonial, los conventos fueron centros de educación y cultura, donde las monjas y los frailes no solo se dedicaban a la vida espiritual, sino también a la cocina, la comida conventual era conocida por su calidad y creatividad, utilizando ingredientes autóctonos y técnicas heredadas de tradiciones europeas, a medida que las ideas de independencia y libertad comenzaron a florecer, la cocina conventual se convirtió en un símbolo de la identidad nacional en formación, en tiempos de guerra, la comida no solo alimentaba los cuerpos, sino que también nutría el espíritu, durante la independencia, la cocina conventual se transformó en una forma de resistencia cultural, las recetas que combinaban ingredientes locales con influencias europeas reflejaban la fusión de identidades que caracterizaba al México en ese momento, platillos como el mole y los dulces conventuales se convirtieron en emblemas de la herencia mexicana, Los conventos desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de la cocina mexicana durante la colonia y la Independencia, las monjas experimentaban con ingredientes locales y extranjeros para crear recetas sofisticadas, muchas de las cuales sobrevivieron como herencia cultural, además de los Chiles en Nogada, el mole poblano es otro ejemplo importante de la cocina conventual, en las festividades relacionadas con la independencia estaban marcadas por la comida, las celebraciones incluían platillos que tenían un significado simbólico, como los chiles en nogada, que, aunque se popularizaron después, son representativos de la fusión de sabores y colores de la nueva nación, las monjas, con su habilidad en la cocina, también preparaban alimentos para soldados y familias, proporcionando un sentido de comunidad y pertenencia